5.10.12

olvidando ciertamente lo que queda atrás

Fil. 3:13-14 Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.

Esta sencilla dependencia y fervor de alma no se mencionan como si el apóstol hubiera alcanzado el premio o ya fuera perfecto a semejanza del Salvador. Olvida lo que queda detrás para no darse por satisfecho por las labores pasadas o las actuales medidas de gracia. Se extiende adelante, prosigue hacia la meta; expresiones que demuestran gran interés por llegar a ser más y más como Cristo.

El que corre una carrera nunca debe detenerse antes de la meta; debe seguir adelante tan rápido como pueda; de esta manera, los que tienen el cielo en su mira, deben aún seguir adelante en santo deseo, esperanza y esfuerzo constante. La vida eterna es la dádiva de Dios, pero está en Cristo Jesús; debe venirnos por medio de su mano, de la manera que Él la logró para nosotros. No hay forma de llegar al cielo como a nuestra casa, sino por medio de Cristo nuestro Camino.

Los creyentes verdaderos, al buscar esta seguridad y al glorificarlo, buscarán más de cerca parecerse a Él en sus padecimientos y muerte, muriendo al pecado y crucificando la carne con sus pasiones y concupiscencias. En estas cosas hay una gran diferencia entre los cristianos verdaderos, pero todos conocen algo de ellas. Los creyentes hacen de Cristo su todo en todo y ponen sus corazones en el otro mundo.

Si difieren unos de otros, y no tienen el mismo juicio en cuestiones menores, aún así, no deben juzgarse unos a otros, porque todos se reúnen ahora en Cristo y esperan reunirse en el cielo en breve. Que ellos se unan en todas las cosas grandes en que concuerden y esperen más luz en cuanto a las cosas menores en que difieren.

A los enemigos de la cruz de Cristo no les importa nada, sino sus apetitos sensuales. El pecado es la vergüenza del pecador, especialmente cuando se glorían en eso. El camino de los que se ocupan de las cosas terrenales puede parecer agradable, pero la muerte y el infierno están al final. Si elegimos el camino de ellos, compartiremos su final.

La vida del cristiano está en el cielo donde está su Cabeza y su hogar, y donde espera estar dentro de poco tiempo; pone sus afectos en las cosas de arriba y donde esté su corazón, ahí estará su tesoro.

Hay gloria reservada para los cuerpos de los santos, gloria que se hará presente en la resurrección. Entonces el cuerpo será hecho glorioso; no sólo resucitado a la vida, sino resucitado para mayor ventaja.

Nótese el poder por el cual será efectuado este cambio. Estemos siempre preparados para la llegada de nuestro Juez; esperando tener nuestros cuerpos viles cambiados por su poder todopoderoso, y recurriendo diariamente a Él para que haga una nueva creación de nuestras almas para la piedad; para que nos libre de nuestros enemigos y que emplee nuestros cuerpos y nuestras almas como instrumentos de justicia a su servicio.