6.6.12

alumbrando los ojos de vuestro entendimiento


Efe 1:15  Por esta causa también yo,  habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús,  y de vuestro amor para con todos los santos,
Efe 1:16  no ceso de dar gracias por vosotros,  haciendo memoria de vosotros en mis oraciones,
Efe 1:17  para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo,  el Padre de gloria,  os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él,
Efe 1:18  alumbrando los ojos de vuestro entendimiento,  para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado,  y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos,
Efe 1:19  y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos,  según la operación del poder de su fuerza,
Efe 1:20  la cual operó en Cristo,  resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales,
Efe 1:21  sobre todo principado y autoridad y poder y señorío,  y sobre todo nombre que se nombra,  no sólo en este siglo,  sino también en el venidero;
Efe 1:22  y sometió todas las cosas bajo sus pies,  y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia,
Efe 1:23  la cual es su cuerpo,  la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.

Dios ha puesto bendiciones espirituales en su Hijo el Señor Jesús; pero nos pide que las busquemos y las obtengamos por la oración. Aun los mejores cristianos necesitan que se ore por ellos; y mientras sepamos del bienestar de los amigos cristianos debemos orar por ellos.

Hasta los creyentes verdaderos tienen gran necesidad de sabiduría celestial. ¿Acaso aun los mejores de nosotros somos renuentes a uncirnos al yugo de Dios aunque no hay otro modo de hallar reposo para el alma? ¿Acaso no nos alejamos de nuestra paz por un poco de placer? Si discutiéramos menos y oráramos más con y por unos y otros, diariamente veríamos más y más cuál es la esperanza de nuestra vocación, y las riquezas de la gloria divina en esta herencia. Deseable es sentir el fuerte poder de la gracia divina que empieza y ejecuta la obra de la fe en nuestras almas. Pero cuesta mucho llevar a un alma a creer plenamente en Cristo y aventurarse toda ella y su esperanza de vida eterna en su justicia. Nada menos que el poder omnipotente obrará esto en nosotros.

Aquí se significa que es Cristo el Salvador quien suple todas las necesidades de los que confían en Él, y les da todas las bendiciones en la más rica abundancia. Siendo partícipes en Cristo mismo llegamos a ser llenos con la plenitud de la gracia y la gloria en Él. Entonces, ¡cómo pueden olvidarse a sí mismos esos que andan buscando la justicia fuera de Él! Esto nos enseña a ir a Cristo. Si supiéramos a qué estamos llamados, qué podemos hallar en Él, con toda seguridad que iríamos y seríamos parte de Él. 

Cuando sentimos nuestra debilidad y el poder de nuestros enemigos, es cuando más notamos la grandeza de ese poder que efectúa la conversión del creyente y que está dedicado a perfeccionar su salvación. Ciertamente esto nos constreñirá por amor para vivir para la gloria de nuestro Redentor.