Mateo 9:37-8 Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.
Jesús visitó no sólo las ciudades grandes y ricas, sino las aldeas pobres y oscuras, y allí predicó, y sanó. Las almas de los más viles del mundo son tan preciosas para Cristo, y deben serlo para nosotros, como las almas de los que más figuren. Había sacerdotes, levitas, y escribas en toda la tierra; pero eran pastores de ídolos, Zacarías xi, 17; por tanto, Cristo tuvo compasión del pueblo como ovejas desamparadas y dispersas, como hombres que perecen por falta de conocimiento. A la fecha hay multitudes enormes que son como ovejas sin pastor, y debemos tener compasión y hacer todo lo que podamos para ayudarles.
Las multitudes deseosas de instrucción espiritual formaban una cosecha abundante que necesitaba muchos obreros activos; pero pocos merecían ese carácter. Cristo es el Señor de la mies. Oremos que muchos sean levantados y enviados a trabajar para llevar almas a Cristo. Es señal de que Dios está por conceder alguna misericordia especial a un pueblo cuando los invita a orar por ello.
Las misiones encomendadas a los obreros como respuesta a la oración, son las que más probablemente tengan éxito.