6.6.12

serán reunidas delante de él todas las naciones


Mat 25:31  Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria,  y todos los santos ángeles con él,  entonces se sentará en su trono de gloria,
Mat 25:32  y serán reunidas delante de él todas las naciones;  y apartarálos unos de los otros,  como aparta el pastor las ovejas de los cabritos.
Mat 25:33  Y pondrá las ovejas a su derecha,  y los cabritos a su izquierda.
Mat 25:34  Entonces el Rey dirá a los de su derecha:  Venid,  benditos de mi Padre,  heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.
Mat 25:35  Porque tuve hambre,  y me disteis de comer;  tuve sed,  y me disteis de beber;  fui forastero,  y me recogisteis;
Mat 25:36  estuve desnudo,  y me cubristeis;  enfermo,  y me visitasteis;  en la cárcel,  y vinisteis a mí.
Mat 25:37  Entonces los justos le responderán diciendo:  Señor,  ¿cuándo te vimos hambriento,  y te sustentamos,  o sediento,  y te dimos de beber?
Mat 25:38   ¿Y cuándo te vimos forastero,  y te recogimos,  o desnudo,  y te cubrimos?
Mat 25:39   ¿O cuándo te vimos enfermo,  o en la cárcel,  y vinimos a ti?
Mat 25:40  Y respondiendo el Rey,  les dirá:  De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños,  a mí lo hicisteis.
Mat 25:41  Entonces dirá también a los de la izquierda:  Apartaos de mí,  malditos,  al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.
Mat 25:42  Porque tuve hambre,  y no me disteis de comer;  tuve sed,  y no me disteis de beber;
Mat 25:43  fui forastero,  y no me recogisteis;  estuve desnudo,  y no me cubristeis;  enfermo,  y en la cárcel,  y no me visitasteis.
Mat 25:44  Entonces también ellos le responderán diciendo:  Señor,  ¿cuándo te vimos hambriento,  sediento,  forastero,  desnudo,  enfermo,  o en la cárcel,  y no te servimos?
Mat 25:45  Entonces les responderá diciendo:  De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños,  tampoco a mí lo hicisteis.
Mat 25:46  E irán éstos al castigo eterno,  y los justos a la vida eterna.

Esta es una descripción del juicio final. Es una explicación de las parábolas anteriores. Hay un juicio venidero en que cada hombre será sentenciado a un estado de dicha o miseria eterna. Cristo vendrá, no sólo en la gloria de su Padre sino en su propia gloria, como Mediador. El impío y el santo habitan aquí juntos en las mismas ciudades, iglesias, familias y no siempre son diferenciados unos de otros; tales son las debilidades de los santos, tales las hipocresías de los pecadores; y la muerte se los lleva a ambos: pero en ese día serán separados para siempre. Jesucristo es el gran Pastor; Él distinguirá dentro de poco tiempo entre los que son suyos y los que no. Todas las demás distinciones serán eliminadas; pero la mayor entre santos y pecadores, santos e impíos, permanecerá para siempre.

La dicha que poseerán los santos es muy grande. Es un reino ; la posesión más valiosa en la tierra; pero esto no es sino un pálido parecido del estado bienaventurado de los santos en el cielo. Es un reino preparado. El Padre lo proveyó para ellos en la grandeza de su sabiduría y poder; el Hijo lo compró para ellos; y el Espíritu bendito, al prepararlos a ellos para el reino, está preparándolo para ellos. Está preparado para ellos: en todos los aspectos está adaptado a la nueva naturaleza del alma santificada. Está preparado desde la fundación del mundo. Esta felicidad es para los santos, y ellos para ella, desde toda la eternidad. Vendrán y la heredarán. Lo que heredamos no lo logramos por nosotros mismos. Es Dios que hace los herederos del cielo.

No tenemos que suponer que actos de generosidad dan derecho a la dicha eterna. Las buenas obras hechas por amor a Dios, por medio de Jesucristo, se comentan aquí como marcas del carácter de los creyentes hechos santos por el Espíritu de Cristo, y como los efectos de la gracia concedida a los que las hacen.

El impío en este mundo fue llamado con frecuencia a ir a Cristo en busca de vida y reposo, pero rechazaron sus llamados; y justamente son los que prefirieron alejarse de Cristo quienes no irán a Él. Los pecadores condenados ofrecerán disculpas vanas. El castigo del impío será un castigo eterno; su estado no puede ser cambiado.

Así, la vida y la muerte, el bien y el mal, la bendición y la maldición, están puestas ante nosotros para que podamos escoger nuestro camino, y como nuestro camino, así será nuestro fin.