6.6.12

todas las promesas de Dios son en él Sí


2Co 1:15  Con esta confianza quise ir primero a vosotros,  para que tuvieseis una segunda gracia,
2Co 1:16  y por vosotros pasar a Macedonia,  y desde Macedonia venir otra vez a vosotros,  y ser encaminado por vosotros a Judea.
2Co 1:17  Así que,  al proponerme esto,  ¿usé quizá de ligereza?  ¿O lo que pienso hacer,  lo pienso según la carne,  para que haya en mí Sí y No?
2Co 1:18  Mas,  como Dios es fiel,  nuestra palabra a vosotros no es Sí y No.
2Co 1:19  Porque el Hijo de Dios,  Jesucristo,  que entre vosotros ha sido predicado por nosotros,  por mí,  Silvano y Timoteo,  no ha sido Sí y No;  mas ha sido Sí en él;
2Co 1:20  porque todas las promesas de Dios son en él Sí,  y en él Amén,  por medio de nosotros,  para la gloria de Dios.
2Co 1:21  Y el que nos confirma con vosotros en Cristo,  y el que nos ungió,  es Dios,
2Co 1:22  el cual también nos ha sellado,  y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones.
2Co 1:23  Mas yo invoco a Dios por testigo sobre mi alma,  que por ser indulgente con vosotros no he pasado todavía a Corinto.
2Co 1:24  No que nos enseñoreemos de vuestra fe,  sino que colaboramos para vuestro gozo;  porque por la fe estáis firmes.

El apóstol se defiende del cargo de liviandad e inconstancia al no ir a Corinto. Los hombres buenos deben tener cuidado de mantener su reputación de sinceridad y constancia; ellos no deben resolver, sino basados en la reflexión cuidadosa; y ellos no cambiarán a menos que haya razones de peso.

Nada puede volver más ciertas las promesas de Dios: que sean dadas por medio de Cristo nos asegura que son sus promesas; como las maravillas que Dios obró en la vida, la resurrección, y la ascensión de Su Hijo, confirman la fe. El Espíritu Santo afirma a los cristianos en la fe del evangelio: el despertar del Espíritu es una primicia de la vida eterna: los consuelos del Espíritu son una primicia del gozo eterno.

El apóstol deseaba ahorrarse la culpa que se temía sería inevitable si hubiera ido a Corinto antes de saber qué efecto produjo su carta anterior. Nuestra fuerza y habilidad se deben a la fe; y nuestro consuelo y gozo deben fluir de la fe. Los temperamentos santos y los frutos de la gracia que asisten a la fe, aseguran contra el engaño en una materia tan importante.